Guelaguetza
Desde
tiempos
ancestrales
los
Oaxaqueños
celebran
las
Fiestas
de
los
Lunes
del
Cerro,
de
muy
distintas
maneras.
La
conseja
popular
sitúa
su
inicio
en
los
ritos
y
ofrendas
que
se
daban
a
la
Diosa
Centeótl.
Diosa
del
Maíz;
en
el
Teocali
construido
por
los
aztecas,
cuando
conquistaron
lo
que
hoy
es
la
Ciudad
de
Oaxaca.
Este
Teocali
lo
situaron
en
las
faldas
del
hoy
Cerro
del
Fortín.
Y
que
en
ese
tiempo
lo
denominaban
Daninayaoloani,
que
significa
Cerro
Bella
Vista.
También
a
este
se
le
ha
denominado
Cerro
de
la
Soledad,
Cerro
de
Zaragoza.
En
la
época
prehispánica
los
ritos
dedicados
a
la
Diosa
del
Maíz
culminaban
con
el
sacrificio
de
una
doncella
con
el
que
esperaban
obtener
fertilidad
en
sus
campos.
Con
el
arribo
de
los
españoles
y
la
religión
cristiana,
los
monjes
franciscanos
y
dominicos
prohibieron
las
prácticas
dedicadas
a
la
Diosa
Centeótl,
destruyeron
el
teocali
y
en
su
sitio
construyeron
el
templo
católico
dedicado
a
la
Virgen
del
Monte
Carmelo,
hoy
templo
del
Carmen
Alto.
Obligaron
a
los
recién
bautizados
mixtecos,
zapotecos
a
que
le
rindieran
culto
lo
cual
resultó
relativamente
fácil
al
haber
sido
cambiada
una
figura
femenina
(la
Virgen
del
Carmen)
por
otra
similar
(Diosa
Centeótl).
Este
templo
conserva
en
la
actualidad
una
cúpula
que
precede
a
la
nave
mayor
y
en
la
que
necesariamente
debía
esperar,
los
no
bautizados
los
cuales
entraban
al
templo
una
vez
que
los
sacerdotes
les
imponían
ese
primer
sacramento.
En
los
tiempos
de
la
independencia
de
México
y
de
la
Revolución
Mexicana,
la
festividad
dedicada
a
la
Virgen
de
Monte
Carmelo,
siguió
teniendo
gran
aceptación
en
el
pueblo,
el
cual
subía
al
cerro
a
realizar
un
día
de
campo
posteriormente
a
la
realización
de
los
actos
litúrgicos.
En
la
época
moderna
y
específicamente
en
el
año
de
1932,
se
lleva
a
cabo
en
la
Ciudad
de
Oaxaca
con
motivo
de
su
400
aniversario
como
Ciudad.
Este
hombre
racial,
dicen
los
conocedores
consistió
en
el
ofrecimiento
de
bailes,
música,
productos
típicos
la
tradicional
Guelaguetza
a
la
Srita.
Margarita
Santaella,
representante
por
su
gracia
y
belleza
de
la
Ciudad
de
Oaxaca.
Guelaguetza
es
una
palabra
Zapoteca,
que
indica
ofrenda,
simpatía,
cariño,
cooperación.
Estos
bailes
de
Guelaguetza,
que
resultaron
de
gran
impacto
entre
los
moradores
de
la
Ciudad
de
Oaxaca
y
decidieron
repetirse
ahora
en
el
Cerro
del
Fortín,
durante
las
Fiestas
de
los
Lunes
del
Cerro.
Y
así
se
hizo
por
primera
vez
en
el
año
de
1953.
Fecha
que
marcó
el
amalgama
de
dos
grandes
fiestas
Oaxaqueñas
por
un
lado
la
Guelaguetza
y
por
otro
lado
las
Fiestas
de
los
Lunes
del
Cerro.
Hasta
el
año
de
1974,
la
presentación
de
los
bailes
se
hacía
en
una
explanada
llamada
en
su
tiempo
petatillo,
y
para
el
público
se
destinaba
una
concavidad
natural
que
tiene
el
Cerro.
En
ese
año
de
1974,
el
23
de
noviembre
se
inaugura
por
el
Lic.
Fernando
Gómez
Sandoval,
Gobernador
del
Estado,
el
Auditorio
Guelaguetza,
teatro
estilo
griego
al
aire
libre
con
cerca
de
11,400
lugares.
gradas
de
piedras
desiertas,
sin
embargo
un
pequeño
ejército
de
trabajadores
comienza
la
tarea
de
adecuarlo,
repintarlo
para
que
luzca
esplendoroso
para
la
gran
fiesta
Oaxaqueña.
En
tanto
que
las
Fiestas
se
inician
con
el
arribo
de
las
delegaciones
que
participaran
en
la
Guelaguetza,
la
atención
de
su
hospedaje,
alimentación
y
recepción
corre
a
cargo
de
un
equipo
de
personas
designado
por
la
Secretaría
de
Desarrollo
Turístico.
La
primera
actividad
es
el
día
sábado,
con
un
convite
en
el
que
las
cerca
de
500
personas
con
sus
bandas
regionales,
el
colorido
de
sus
trajes,
los
faroles
encendidos
y
las
gigantescas
marmotas
invitan
a
la
Ciudad
de
Oaxaca
y
sus
visitantes
a
participar
de
estas
tradicionales
fiestas,
parten
de
uno
de
los
templos
dominicos
del
siglo
XVI
más
hermosos
de
Latinoamérica,
el
templo
de
Santo
Domingo
de
Guzmán
en
donde
en
su
amplio
atrio
se
concentran
y
ordenan.
Son
encabezadas
por
la
banda
de
música
del
Estado,
que
lanza
al
aire
,
las
notas
de
las
marchas
Oaxaqueñas
y
los
jarabes
del
Valle,
cuando
el
estallido
de
los
cohetes
surca
el
aire
comienzan
los
Oaxaqueños
a
salir
de
sus
casas
y
a
formar
una
valla
en
todas
las
calles
en
las
que
pasea
el
rumboso
y
multicolor
desfile
de
delegaciones.
El
convite
finaliza
en
el
atrio
de
otro
extraordinario
templo,
la
Catedral
de
Oaxaca,
en
su
atrio
el
ánimo
explota
de
otro
extraordinario
templo,
la
Catedral
de
Oaxaca
en
su
atrio
el
ánimo
explota
cuando
las
chinas
Oaxaqueñas,
las
Chilenas
de
Pinotepa
Nacional,
los
Sones
y
Jarabes
Serranos,
la
mística
presencia
de
los
Mazatecos,
y
la
rumbosa
alegrías
de
las
mujeres
del
Papaloapan,
interpretan
en
forma
espontanea
sus
bailes
y
sones.
La
alegría
contagia
a
los
turistas
de
Norteamérica
y
Europa
que
no
pueden
apartar
su
vista
y
sus
cámaras
fotográficas
de
tan
singular
expresión
folclórica.
El
día
domingo,
mientras
las
delegaciones
ensayan
en
el
auditorio,
en
a
Alameda
de
León
se
lleva
a
cabo
un
singular
concurso
de
belleza
indígena,
en
el
que
participan
las
representantes
de
las
distintas
delegaciones
y
de
lagunas
etnias,
para
escoger
a
la
representante
de
la
Diosa
Centeótl
que
en
compañía
de
las
autoridades
presidirá
todas
las
fiestas.
Resulta
impresionante
admirar
a
cerca
de
30
señoritas
perfectamente
ataviadas
con
trajes
regionales,
expresándose
en
español
y
en
su
idioma
nativo
sobre
sus
costumbres,
origen
de
sus
pueblos,
gastronomía
de
su
comunidad
y
ofreciendo
una
verdadera
cátedra
del
significado
y
forma
de
portar
su
traje
regional.
El
público
al
término
de
la
disertación
de
cada
una
de
ellas,
irrumpe
en
estruendosos
aplausos
y
las
"porras"
y
"vivas"
de
sus
compañeros
de
delegación
las
animan
a
mejorar
la
participación
de
sus
bellas
competidoras.
Se
trata
de
un
concurso
de
belleza
indígena
muy
lejano
a
la
frivolidad
y
belleza
de
los
concursos
de
Miss
Universo
y
Miss
Mundo.
La
ganadora
se
da
a
conocer
unos
minutos
antes
de
la
presentación
del
espectáculo
Bani-Stui-Gulal,
que
ofrece
en
la
Plaza
de
la
Danza
y
que
representa
en
forma
teatral
la
historia
de
los
Lunes
del
Cerro:
a
través
de
cuatro
cuadros.
En
el
primero
se
presentas
danzas
prehispánicos
como
"La
Danza
de
los
Guerreros
Jóvenes
",
"La
Danza
de
las
Vírgenes",
"A
los
Cuatro
Vientos
de
la
Muerte",
que
finaliza
con
el
sacrificio
de
la
representantes
de
la
Diosa
Centeótl.
El
segundo
cuadro
representa
el
triunfo
de
la
religión
católica
sobre
la
religión
de
los
dioses
de
piedra
y
del
cambio
de
las
Fiestas
idolatras
a
las
Europeas.
El
tercer
cuadro
corresponde
al
México
independiente
que
en
Oaxaca
se
celebraba
con
días
de
campo,
llevados
a
cabo
en
el
cerro
entre
competencias
físico-atléticas,
premiación
de
los
mejores
obreros
de
las
fabricas
e
inocentes
juegos
de
búsqueda
de
banderas
escondidas.
En
tanto
las
familias
Oaxaqueñas
degustan
los
tamales
de
hojas
de
plátano,
totomoxtle,
del
atole,
del
chocolate
atole,
de
los
dulces
y
nieves
Oaxaqueñas.
Esta
fiesta
la
mayor
parte
de
las
veces
terminaba
cuando
la
lluvia
aparecía
y
todos
bajaban
del
cerro
cuidando
sus
prendas
del
estreno,
mojados
por
el
dios
Tlaloc,
pero
felices
de
haber
participado
una
vez
más
en
el
tradicional
Paseo
Oaxaqueño.En
el
último
cuadro,
se
presenta
con
luz
y
sonido
un
cuadro
plástico,
de
los
más
significativos
trajes
regionales
que
se
admiran
en
la
Guelaguetza
y
con
un
poema
del
Dr.
Francisco
Hernández
Domínguez,
que
canta
a
la
belleza
y
valentía
de
las
mujeres
y
los
hombres
del
estado
de
Oaxaca.
Este
espectáculo
que
se
lleva
a
cabo
en
la
Plaza
de
la
Danza
enmarcada
por
el
Templo
y
Ex
Convento
de
la
Sra.
De
la
Soledad,
Patrona
de
Oaxaca;
del
Templo
y
Ex
Convento
de
San
José,
finaliza
con
la
quema
de
fuegos
artificiales,
un
castillo
con
letras,
que
dan
la
bienvenida
a
los
turistas,
"ruedas
catarinas",
"cohetes
chiflados",
"bombas
crisantemo"
que
roban
la
obscuridad
a
la
noche
y
la
vuelven
una
fiesta
de
luz
y
tradición.
El
lunes
del
cerro
se
inicia
desde
temprana
hora
cuando
a
las
6:00
de
la
mañana
las
chirimías
despiertan
a
la
Ciudad
y
fondas
de
comida
instaladas
en
el
Cerro
desde
días
antes,
reciben
a
los
Oaxaqueños
y
visitantes
que
confirman
que
Oaxaca
cuenta
con
una
de
las
gastronomías
más
variadas
y
exquisitas,
los
platillos
mas
solicitados
son
las
entomatadas,
las
enfrijoladas,
tasajos
asados,
cecina
enchilada,
quesadillas,
barbacoa,
tejate,
nicuatole,
y
memelas
de
asiento
de
las
frituras
de
carne
de
puerco.
En
tanto
en
el
auditorio
que
comienza
a
llenarse
se
escuchan
las
melodías
interpretadas
por
las
marimbas
del
Estado
y
las
mañanitas
de
las
chirimías
de
San
Antonio
Castillo
Velasco,
Santa
Ana
del
Valle,
San
Bartolo
Quialana
y
otras
poblaciones
de
los
Valles
Centrales.
A
las
10:00
de
la
mañana
el
auditorio
del
Cerro
del
Fortín
ya
se
encuentra
pletórico,
y
con
el
arribo
del
gobernador
del
Estado
y
de
la
representante
de
la
Diosa
Centeotl,
se
inicia
la
expresión
folklórica
más
significativa
de
Latinoamérica,
la
Guelaguetza.
Las
chirimías,
las
marmotas
y
los
gigantes,
enormes
muñecos
de
tela
y
cartón,
abren
el
gárrulo
desfile
de
la
calenda
infantil,
que
precede
a
la
mujer
modesta
de
Oaxaca,
a
la
mujer
de
los
mercados,
a
la
china
Oaxaqueña
y
si
Jarabe
del
Valle.
A
partir
de
ese
momento
es
interminable
la
aparición
de
trajes
regionales
que
van
donde
la
mística
vestimenta
de
los
Mazatecos
y
Serranos,
hasta
la
extraordinaria
elegancia
de
las
Tehuanas.
Pasando
por
el
multicolor
arcoiris
de
las
faldas
de
las
mujeres
de
Pochutla,
Pinotepa
Nacional
y
Tuxtepec.
El
marco
musical
se
expresa
con
los
jarabes
del
Valle,
la
Tortolita
Cantadora,
Flor
de
Naranjo
de
Liz,
Flor
de
Piña,
los
sonoros
zapateados
de
las
chilenas,
con
los
picarescos
versos
de
Pinotepa
Nacional
que
hacen
reír
y
silbar
escandalosamente
al
público
que
desde
la
7:00
de
la
mañana
se
ha
dado
cita
en
los
accesos
libres
para
el
pueblo
de
Oaxaca.
Para
los
visitantes
y
público
que
ocupan
las
secciones
más
cercanas
al
tablado
va
de
sorpresa
en
sorpresa
y
el
regocijo
es
mayor
cuando
reciben
de
manos
de
los
bailarines
el
término
de
su
presentación
los
regalos
artesanales
y
las
frutas
propias
de
cada
región
cuyos
bailes
se
interpretan.
Mención
especial
merece
el
gigantesco
coro
que
interpreta
la
canción
Mixteca
de
López
Alavez,
y
que
enmarca
uno
de
los
mas
preciosos
jarabes
que
se
conocen,
el
Mixteco.
La
belleza
de
la
mujer
Oaxaqueña,
se
representa
con
la
delegación
del
Papaloapan,
donde
la
coordinación
de
sus
movimientos,
sus
trajes
que
parecen
ser
uniformes
pero
que
son
distintos,
de
origen
chinanteco
é
ixcateco,
saludan
al
pueblo
y
reciben
el
aplauso
frenético
a
su
presentación.
El
ofrecimiento
de
los
bailes
finaliza
con
la
Danza
de
la
Pluma
su
música
marcial,
despierta
en
la
memoria
de
los
asistentes
la
vieja
y
frustrada
lucha
de
indígena
y
el
conquistador
español.
Sus
penachos
y
su
tela
multicolor,
conservan
en
el
filo
de
sus
asientos
al
público
que
se
mantiene
estático
en
un
ambiente
mágico
que
los
traslada
a
los
patios
y
palacios
de
Monte
Albán
y
Mitla.
La
fiesta
termina
y
queda
en
el
corazón
de
los
asistentes
el
recuerdo
de
un
pueblo
fiel
a
si
raíz
indígena,
a
sus
costumbres
y
a
sus
tradiciones
pero
confiado
en
el
futuro
promisorio
que
se
habré
pletórico
a
los
pueblos
pujantes
y
trabajadores
como
el
Oaxaqueño.
El
escenario
empieza
a
vaciarse
para
dar
espacio
a
que
el
público
nuevamente
visite
las
fonda
de
comida
donde
los
esperan
los
siete
moles
tradicionales
de
Oaxaca,
los
dulces
como
las
trompadas,
pepitorias,
gollorias,
pirulis,
jamoncillos
de
coco,
cocadas,
turrones
y
mamones.
Por
la
noche
el
auditorio
comienza
a
tomar
nueva
vida
cuando
el
pueblo
de
Oaxaca
tiene
la
oportunidad
de
revivir
una
de
sus
leyendas
más
sentidas,"Donají...
La
Leyenda",
de
la
princesa
zapoteca
que
fue
dada
en
calidad
de
rehén
a
los
mixtecas
para
preservar
la
paz
en
los
Valles
Centrales
de
Oaxaca.
Sin
embargo
fiel
a
su
casta,
propicia
un
ataque
que
pretende
rescatarla,
es
sacrificada
por
sus
captores
y
decapitada.
El
amor
de
su
vida,
el
príncipe
mixteco
Nucano,
le
proporciona
cristiana
sepultura,
la
leyenda
dice
que
nunca
sufrió
descomposición,
sino
que
siempre
preservo
hasta
la
tumba,
su
belleza
corpórea.
Finaliza
la
representación
de
esta
leyenda
haciendo
referencia
a
que
loa
amantes
Donají
y
Nucano,
sin
haber
llegado
a
la
consumación
de
su
amor,
descansa
en
una
tumba
ubicada
en
la
nave
mayor
del
templo
de
Cuilapan
de
Guerrero.
El
público
que
vuelve
a
llenar
el
auditorio
del
Cerro
del
Fortín,
goza
nuevamente
de
la
quema
de
los
juegos
artificiales
al
finalizar
esta
representación
y
regresa
a
la
tranquilidad
de
sus
casas
con
la
renovada
ilusión
de
volver
a
vivir
de
todas
estas
maravillosas
fiestas,
a
la
semana
siguiente,
en
la
octava;
cuando
con
un
nuevo
brillo
las
puertas
de
folklor
Oaxaqueño,
vuelven
a
abrirse
para
recibir
a
propios
y
extraños
a
convivir
juntos
la
octava
del
Lunes
del
Cerro,
con
su
expresión
Máxima
la
Guelaguetza,
con
un
nuevo
programa
folklórico.
El
comité
organizador
ha
integrado
una
serie
de
actividades
deportivas,
gastronómicas,
presentación
de
teatro,
cine,
mesas
redondas,
conferencias,
muestras
folklóricas;
durante
todo
el
mes
de
Julio
para
poder
ofrecer
al
Oaxaqueño
y
al
visitante
una
muestra
de
la
alta
cultura
y
riqueza
costumbrista
con
el
que
cuenta
el
Oaxaqueño
y
que
generosamente
ofrece
al
mundo
entero.
FUENTE:
Municipio
de
Oaxaca
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